AUDIENCIAS
ACTIVAS E INTELIGENTES: ACCESO A INTERNET EN COLOMBIA, El PLAN VIVE DIGITAL Y
LA PARTICIPACIÓN DE CANAL 13
Por
David Baldión, Cindy Benevides y Diana Guevara; aspirantes al título de
Comunicador social y Periodista de la Universidad Central de Colombia-
Resumen:
El presente artículo reúne los elementos principales del trabajo conceptual y
de campo realizado por nuestro grupo de investigación, entre octubre de 2012 y
enero de 2013, y cuya finalidad era entender la participación de Canal 13 -un
medio televisivo de carácter regional, que cubre principalmente la zona central
de Colombia- como apoyo a los programas del plan Vive Digital, que es el proyecto
gubernamental dirigido a masificar el uso de Internet en el país y brindar
acceso a las herramientas tecnológicas a aquellas comunidades que, por
distintas circunstancias, no lo habían tenido hasta ahora.
En
octubre de 2010, el Gobierno nacional, representado por su Ministro Diego
Molano, encargado de la cartera de Tecnologías de la Información y
Telecomunicaciones (MinTIC), dio a conocer el plan Vive Digital en la cumbre de
Andicom.
Esta
era una estrategia global que -abarcando aspectos tales como infraestructura de
redes en fibra óptica, tecnología de conectividad móvil, capacitación de nuevos
usuarios y acceso a herramientas tecnológicas para comunidades económicamente
vulnerable o simplemente alejadas de los centros urbanos más poblados, entre
otros aspectos- proyectaba masificar el uso de Internet en Colombia, como base
para una transformación social, económica y cultural profunda.
Pasados
algo más de dos años de esta presentación, el plan Vive Digital se consolida
como una de las banderas de éxito de la actual administración y los medios
insisten con regularidad acerca cuántas poblaciones distantes cuentan con
Internet de banda ancha -a la fecha son algo más de 500 pueblos, de un total de
700 proyectados para la primera etapa y 1600 contemplados para el final del
cuatrienio en 2014- y cuántos niños de escasos recursos, que son la población
objetivo prioritaria del plan, han sido beneficiados con computadores, tabletas
y capacitaciones para su uso en escuelas y colegios.
Viendo
esto, surgió la pregunta por hasta qué punto el plan Vive Digital está
considerando a esos “nuevos usuarios” dentro de sus diversas estrategias; lo
que en una primera observación, más dada por la casualidad que por la planeación,
nos condujo a las campañas televisivas que, como parte de Vive Digital,
propendían por un uso responsable de Internet y que eran difundidas
principalmente en los espacios publicitarios de Canal 13.Entonces, pensamos que existía algún tipo de relación entre
los presupuestos y objetivos de Vive Digital y estas campañas; por eso, nos
dimos a la tarea de establecer sus características, en términos de las
audiencias propias de Canal 13.
De
tal modo, llegamos al concepto de prosumidores, entendidos en el contexto de
Internet y los medios tecnológicos como usuarios activos que están en capacidad
de generar contenidos propios a partir de procesos críticos y reflexivos
particulares; lo que nos condujo a considerar la acción –tal vez valdría decir
intervención- de Canal 13 en la formación de este tipo de audiencias frente a
un uso responsable de la tecnología, en el marco de transformación propuesto a
partir del plan Vive digital. Tras un
proceso de construcción conceptual que incluyó un andamiaje teórico aparejado
con un conjunto de entrevistas dirigidas a contextualizar nuestros hallazgos
globales con el objeto de análisis planteado y el estado actual de Vive
Digital, llegamos a las siguientes conclusiones:
En primer lugar es claro que las diferentes percepciones
acerca de la audiencia, sin importar la mayor o menor rigidez de la postura
teórica que representen, no alcanzan a abarcar aquello que ocurre con los
sujetos en su interacción con la tecnología, las transformaciones acontecidas
en sus estructuras mentales, sus imaginarios y, aún más difícil, en su
configuración particular al ingresar a los diferentes espacios por donde
circula su vida.
En
este sentido, no se habla estrictamente de competencias técnicas o de formas de
uso, no se trata de si se absorben o se producen contenidos; más bien es un
asunto vinculado a la definición de los límites de la realidad.
En
el contexto de Internet y las nuevas tecnologías, la distinción entre una
‘realidad material’ y otra virtual parece disolverse, bien decía Stefan Münker:
[…] el espacio de la «realidad virtual»
no representa la duplicación de una «realidad real» en una realidad
alternativa, sino sólo un caso especial dentro del ámbito de los mundos
estéticos de la imaginación abstracta —un modelo experimental de un mundo
alternativo de percepción, para decirlo con exactitud—, cuya especificidad
radicaría en que «se abre por principio a la totalidad del aparato sensorial de
quien se sumerge en él. De esta forma, quien utilice el ciberespacio como medio
para asimilar el mundo, puede abordar la realidad desde perspectivas
perceptivas hasta ahora desconocidas» (García Blanco, 2002: 84).
Así,
la definición de lo real no es nada más que el resultado de la experiencia
humana, bien sea en términos psíquicos o sensoriales; lo que parece modificar
el sentido del mundo mismo porque entonces lo virtual y lo material, por la
mediación de ese habitante-usuario, se transforman en dos mundos paralelos, uno
sólido con reglas y límites conocidos y otro apenas concebible por la imaginación,
creado por ordenadores y códigos, donde el usuario puede ser y existir sin más
restricciones que las de su propio dominio de las reglas difusas que lo
gobiernan. Sin embargo, más allá de la discusión estrictamente teórica acerca
del alcance de esta ‘ficción habitable’ en comparación con una ‘verdad
inhóspita’, surgen elementos de orden racional pragmático que se vinculan con
aspectos sociales, económicos y políticos. Al transferir la observación a estas
instancias, la discusión se modifica dejando atrás la pregunta esencial por
aquello que ocurre con el usuario en la experiencia y sus transformaciones más
sutiles, para dirigirse más bien hacia el campo de las competencias adquiridas
por este, bien sea por vía de la experiencia o por la formación académica como
su uso puede alterar positivamente su forma de vida. En otras palabras, se
dedica a la cuestión del uso de la tecnología en términos de la producción de
contenidos, la generación de empleo, la reducción de las brechas sociales y la
manera en que, en este caso particular, Internet puede servir como una especie
de mecanismo de balance que proporcione oportunidades a quien no las ha tenido
y abra posibilidades de desarrollo donde antes no las hubo.
Esa
es la apuesta más fuerte del Plan Vive digital; por eso su actividad se
concentra principalmente en comunidades distantes, niños y jóvenes en condición
de vulnerabilidad y, ya en otro nivel del desarrollo estratégico, en el apoyo y
formación a nuevos desarrolladores de aplicaciones informáticas -comúnmente
conocidas como programas o software- en el contexto local colombiano. Pero,
para que esto funcione, es necesario primero adecuar la infraestructura, las
redes de fibra óptica, la conectividad móvil o inalámbrica y optimizar la red
de telefonía celular1; segundo; acercar a los potenciales usuarios a las
herramientas tecnológicas; tercero, capacitarlos en el uso de éstas y,
finalmente, poner dichas herramientas a su alcance. Bajo la capa superficial de
este proceso, extenso de por sí y abiertamente reconocido como ambicioso en
términos de transformaciones materiales, se encuentra un trabajo más sutil: la
creación de conciencia frente a la necesidad de comprender Internet como
espacio de interacción, creación y desarrollo que, al mismo tiempo, implica riesgos
concretos y exige un alto grado de responsabilidad por parte de los Usuarios.
Ese es el punto donde la actividad de otros Medios, como la televisión, cobra
particular importancia. Puestos en el contexto colombiano y considerando las
características de las comunidades beneficiadas a través del plan Vive Digital,
el hecho de que, como en el caso objeto de análisis del presente trabajo, la
televisión sirva de mediadora entre el Plan y las personas a las que éste
pretende dirigirse puede llegar a ser un elemento decisivo para el éxito del
proceso. Lo anterior se hace más plausible desde la perspectiva de valorar la
cercanía que puedan tener los usuarios con un cierto medio, su lenguaje
característico y sus formas habituales. 1 Aunque este último aspecto no se abordó en el
desarrollo de la investigación, sí está considerado dentro de la estructura
global de Vive Digital.
Dicho
de otro modo, si las personas conocen la forma que tiene la televisión para
transmitir sus mensajes, es decir, están ‘acostumbradas’ a la manera particular
como les es contada y recontada la realidad a través de él y se sienten cómodas
con ese estilo, casi hasta el punto de no percibirlo como ajeno; la primera
entrada posible para otro medio desconocido, cuyo lenguaje y forma son extraños
y distantes, como Internet, es a través de la voz familiar de brota del
televisor.
Aunque
es posible que, al menos en parte, Canal 13 termine cumpliendo esta función con
alguna audiencia residual más adulta, lo cierto es que su público está
delimitado mayormente entre adolescentes, adultos jóvenes y, en menor medida,
niños y niñas. Por ello, Su labor se enfoca en motivar a su audiencia para que
hagan uso activo de Internet y, en ese proceso, crear conciencia ante la
necesidad de hacer un uso responsable de la tecnología.
En
cuanto a los usuarios inteligentes, tal como se expresó en varios apartes del
documento: no es posible pensar en crear un usuario de este tipo a partir
exclusivamente de la capacitación que se le pueda proporcionar. Si bien la
formación del usuario, entendiendo el término formación en un sentido amplio,
es importante en la construcción de competencias necesarias para alcanzar un
desenvolvimiento adecuado en los espacios digitales, la ‘inteligencia’ de éste
solo se manifiesta a través de su acción en la red, de su capacidad de análisis
y critica, de su interés por participar y crear contenidos.
Así
las cosas, no importa qué tanta información se le proporcione al usuario ni
cuanto se insista en fijar en su conciencia unas reglas de conducta que, una
vez en el terreno de los medios electrónicos y sus dispositivos, no existen más
allá de los límites que el propio usuario se imponga, el hecho de ser
capacitado en determinadas líneas de acción y tener conocimientos y habilidades
específicas que le faciliten su aplicación, apenas le da la posibilidad de
tomar decisiones informadas, pero nada más; porque Internet, a pesar de
todos nuestros esfuerzos en contrario, sigue siendo una
experiencia individual que se construye en conjunto.
Mi comentario lo hago a partir de lo que yo he venido trabajando que son las Tic en uno de los departamentos digital y socialmente más atrasados: el Chocó.
ResponderEliminarPor supuesto, en este sector vulnerado por la violencia, el conflicto, la pobreza, y las fuertes limitaciones de infraestructura vial, han hecho que la brecha digital en el Departamento sea tan evidente. Me parece que si bien el Ministerio de las TIC se ha dado cuenta de la importancia de educar y formar a las personas a partir de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones y por ello ha venido implementando con fuerza su proyecto de Vive Digital; pues no es suficiente con dotar a las personas con equipos, es necesaria, por supuesto, la parte de formación, que las personas sepan para qué usar un equipo y que funciones se les puede dar y también que funciones no.
Entonces, resulta muy oportuno este artículo porque hace referencia a las políticas Vive Digital y lo que se ha hecho en cuanto a tecnología;sin embargo yo diría que sí es indispensable el tema de educación y formación digital, si se ha pensado en formas de cerrar brechas, digitalmente hablando.